No más Impuesto sobre sucesiones y donaciones: ¿Por qué debemos luchar por su abolición?
En los últimos años, el Impuesto sobre sucesiones y donaciones ha sido objeto de un intenso debate en nuestro país. Este impuesto, que grava los bienes heredados o donados, ha generado un profundo descontento entre la sociedad y ha sido objeto de numerosas críticas por parte de expertos en materia económica. En este análisis, examinaremos algunas de las principales razones por las que debemos luchar por la abolición de este impuesto.
En primer lugar, el Impuesto sobre sucesiones y donaciones se ha convertido en una carga insoportable para muchas familias españolas. Es del conocimiento general que, en muchas ocasiones, los bienes heredados o donados son la principal fuente de ingresos para las familias, sobre todo para aquellas menos favorecidas económicamente. Gravar estos bienes con altos porcentajes impositivos puede llevar a situaciones de extrema dificultad económica, incluso al punto de tener que renunciar a la herencia o donación debido a la imposibilidad de pagar los impuestos correspondientes. Esta situación es injusta y atenta contra el principio básico de equidad fiscal.
En segundo lugar, el Impuesto sobre sucesiones y donaciones presenta un carácter regresivo y desincentivador para el emprendimiento y la inversión. La acumulación de capital y la transmisión intergeneracional de bienes son elementos fundamentales para el crecimiento económico de un país. Sin embargo, este impuesto penaliza precisamente estas actividades, desalentando la inversión, el ahorro y la creación de empresas familiares. La carga fiscal que impone este impuesto puede terminar afectando negativamente la actividad económica y la generación de empleo.
En tercer lugar, la existencia de diferencias significativas en la tributación de este impuesto entre las diferentes comunidades autónomas genera una clara distorsión en la equidad fiscal. Mientras que algunos ciudadanos pueden verse favorecidos por las condiciones más laxas de algunas regiones, otros se encuentran en una clara desventaja en términos impositivos. Esta disparidad en la tributación atenta contra el principio de igualdad y genera indignación entre los contribuyentes.
Por último, es importante destacar que una abolición del Impuesto sobre sucesiones y donaciones no significa renunciar a una fuente importante de ingresos para el Estado. Existen otras formas de gravar la transmisión de patrimonios que pueden ser más justas y equitativas, y que no recaigan únicamente sobre los herederos o donatarios, como por ejemplo la imposición de impuestos sobre la renta generada a partir de esos activos.
En conclusión, la abolición del Impuesto sobre sucesiones y donaciones se perfila como una necesidad urgente y justificada. Este impuesto representa una carga desmesurada para las familias, desincentiva la inversión y genera distorsiones en la equidad fiscal. Es necesario buscar alternativas más justas y equitativas que permitan mantener una tributación justa y que protejan el crecimiento económico y el bienestar de los ciudadanos. La lucha por la abolición de este impuesto se convierte así en un clamor ciudadano para lograr una sociedad más justa y equilibrada desde el punto de vista fiscal.
Nota express publicada por MediaStar | Agencia de Medios.
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